martes, 26 de febrero de 2008

Capitulo 2

2

Condujo hasta casa, y no tardamos demasiado en entrar; Apenas se cerró la puerta tras de mí, ya lo tenía encima besándome con pasión los labios… el cuello… los hombros… entonces se detuvo un instante y pude observarlo con más claridad. Sus cabellos azabaches caían desprolijamente sobre su frente tapando parte de esos ojos verdes que hechizaban, traía puesta una remera color crema, de mangas largas que daba la apariencia de estar al revés y unos jeans de mezclilla oscura. Yo, por mi parte, traía un pantalón de vestir blanco y una remera negra de manga larga.

Volvimos a besarnos frenéticamente y lo conduje en silencio y sin despegarnos hasta la habitación. Que como el resto de la casa era bastante espaciosa, y escasa de puertas, solo tenía una cortina de madera corrediza que no me molesté en cerrar puesto que estábamos solos. Tras jugar un poco con el borde de su remera, metí las manos debajo y acaricie su bien trabajado abdomen mientras él, tomándome por la cintura con una mano, acariciaba mi espalda con la otra, ambos con la respiración ya bastante agitada. Después de lo que considere demasiados juegos sobre la ropa fui directo al grano, tomé su remera por el borde y se la saqué, deje de besarlo un momento, concentrada en la frenética tarea de desabrocharle los pantalones que una vez lograda cayeron al suelo en seco.

El, por su parte me empujó suavemente y yo caí sin la más mínima queja sobre el suave colchón, se sacó los pantalones por completo y junto con ellos, ayudado por sus pies, los zapatos; Después se recostó sobre mi y volvió a besarme mientras jugaba con mi cintura por debajo de la remera que poco después, harto de ella, me sacó casi arrancándomela. Hicimos lo mismo con el resto de la ropa hasta quedar completamente desnudos.

Acaricié cada parte de su ser con intensidad y el copiaba mis pasos. No resistiendo más, deslizó una de sus manos a mi entre pierna, y me dio una probadita de lo que podía provocar en mi con la punta de los dedos, haciéndome llegar al clímax con solo una mano. Le mordí el lóbulo de la oreja sensualmente, a punto de gritar de placer. Poco después separó mis piernas y me penetró despacio, mirándome a los ojos. Lo sentí dentro de mí, lo saboreé, el sudor comenzaba a caer por su frente de manera muy sexy, nos sentí gemir, gritar y jadear de placer, y llegar a un nuevo clímax perfecto. Después, no tengo idea de que sucedió.

                     Continuará

1 comentario:

Estela Rengel dijo...

Ñaaaaa, con la miel en los labios me dejas... ^^

 
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