miércoles, 9 de julio de 2008

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Vaya, que puta resaca. Eran las consecuencias de recordar pasados dolorosos, quién mejor que ella para saber eso. Por suerte se embriagó mucho después de escuchar a Joshua, por que de otro modo no recordaría absolutamente nada de lo que le había dicho, tremenda desconsideración. Se preguntaba que lo habría llevado a contarle todo eso, veía en sus ojos que no pensaba decirlo… por lo menos, no a ella. Quizá solo necesitaba sacarlo, lo cual explicaría la necesidad con la que la abrazó, la besó y la folló el resto de la noche. Peor cuando no lo encontró en la cama la mañana siguiente.

No era momento para preguntarse esas cosas, debía ser parte del tipo de relación que ambos llevaban. De hecho, si era momento para acompañar su café matutino quita resaca con su engargolado de peticiones resientes, el dinero que le dio Naomi no iba a durar por siempre si se llenaba de vodka hasta las cejas todas las noches. Ya tenía mucho que no se llenaba de acción. Casi le volvió a doler la cabeza antes de tomar una decisión, era difícil decidir cual de los trabajos llenaba el “paquete”. —Ofrecer buenas ganancias, gustarle, estar cerca y elevarla en su carrera— Finalmente tiro a la basura los papeles del trabajo de Naomi y guardó en su carpeta 3 propuestas que había arrancado del engargolado. Se levantó de la mesa, terminó de un sorbo su café, y tomó las llaves de su auto. Manejó largo rato, Bromley era un buen lugar para vivir en las afueras de Londres, aunque los suburbios nunca le gustaron mucho, sería un paso más en su carrera decorar una casa a la vez tan parecida y tan diferente a las otras. Visto desde ese punto el diseño no consistía solo en tener imaginación y creatividad.

Se detuvo frente a la dirección prospecto, 1750 Rye Lane. Si solo tuviera la fotografía seguramente tendría que preguntar en todas las casas, parecían clones idénticos. Tocó a la puerta y fue recibida por un montón de rulos negros y largas piernas. Apenas y dijo un par de palabras, la chica de tez morena la llevó a recorrer toda la casa, diciéndole que quería lograr en cada habitación. Al cabo de cuarenta minutos Nicollette logró huir, estaba loca si consideró eso un prospecto, era ella la decoradora en la casa, no aquella chica con zapatillas altas, si no iba a dejarla hacer su trabajo podía irse a la mierda. Si tan decoradora se creía podría tratar de hacerle competencia… si podía.

Perfecto, ya estaba exasperada y aun tenía dos casas más por visitar; Se sentó en el auto y reviso el perfil del resto de las casas. — ¿Bexley o Sutton? Sutton es demasiado lejos, incluso estando aquí, será mejor descartarlo a menos de que en Bexley sea tan porquería el proyecto como lo fue aquí. Tomó la Old Kent hasta Bexley, el barrio parecía un barrio lleno de ricos y clase media-alta, no parcia haber un solo “pobre” en esa parte de la ciudad, lo cual le daba una idea de lo que le podrían pagar en el lugar. Roseberry St. 1101, Rotherhite. La casa en cuestión era enorme, más aun que su propia casa, de 1 piso y planta baja en descenso —es decir, cada piso era más pequeño que el anterior— Tenía un jardín enorme, una escalinata de acceso a la casa y un pequeño techado con tejas rojas. Le encantaba. Más que eso, desde el momento en el que vio la casa las ideas surgieron cual fuente de su cabeza, tanto así, que una casa tan linda y tan vacía de ese algo que ella se encargaría de darle le devolvió la ilusión de ser decoradora que creyó perdida poco antes de terminar la casa de Naomi.

Luego de conversar con los dueños de la casa, una joven pareja de 26 años, quedó completamente convencida de que quería ese trabajo, tanto, que camino a casa tiró por la ventanilla los perfiles de los trabajos que, también, consideró como posibilidad. Y aunado a todo, le dieron un nada despreciable adelanto de 15,000 libras. Esto pintaba a ser muy bueno.
 
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